miércoles, 27 de octubre de 2010

[Dicen que cada mañana...], Omar Khayyam



Dicen que cada mañana nos trae mil rosas; sí, pero ¿dónde están los pétalos de las rosas de ayer?

Omar Khayyam

CÉSAR MALLORQUÍ, Las lágrimas de Shiva, Edebé, Barcelona, 2010, página 10.



Dicen que cada mañana nos trae mil rosas; sí, pero ¿dónde están los pétalos de las rosas de ayer? Hermano: no nos preocupemos por el mañana. Aprovechemos este soplo de vida. Mañana todos abandonaremos esta posada y nos pareceremos a los muertos de hace dicisiete mil años.


Omar Khayyam

martes, 26 de octubre de 2010

REBELDES, Susan E. Hinton


"Cuando salí a la brillante luz del sol desde la oscuridad del cine tenía dos cosas en la cabeza: Paul Newman y volver a casa".

Así comienza Rebeldes, una novela con la que se pueden identificar tanto los más rebeldes como los más sensibles. Un libro que parece real. Después de leerlo, volverás a él una y otra vez en busca de alguna respuesta para el día a día.


Susan E. Hinton, Rebeldes, Alfagura, Madrid, 1994.

Título original: The oustisers, 1967.


Raquel Silva Orois

viernes, 22 de octubre de 2010

LA CASA DE MUÑECAS, Fernando Iwasaki

LA CASA DE MUÑECAS


La compré en una tienda de antigüedades porque me fascinó su desmesurada ambición por la miniatura. Cada habitación era de una riqueza maniática, pues en los baños se veían tubos abiertos de una pasta de dientes, sobre las mesas se deshojaban cuadernos garabateados con letras minúsculas y en la cocina distinguí una alacena colmada de botes y conservas con etiquetas miniadas por un artista demente. Pero lo más asombroso fue descubir otra casa de muñecas dentro de la casa de muñecas, minuciosamente decorada como una pesadilla. Lo único que me chocaba era la infinita tristeza de las figuras que la habitaban. Me la llevé a casa y la instalé en mi dormitorio, sobre la mesa de caoba maciza.
Aquella noche me despertó una luz asmática y di un salto tremendo cuando advertí que el resplandor provenía de la casa de muñecas. Corrí hasta la mesa de caoba y contemplé aterrado cómo brillaba el interior de la diminuta casa de muñecas que estaba dentro de la casa de muñecas, mientras todas las figuras de la casa corrían hacia la habitación maldita. No me di cuenta cuando entraron en mi cuarto.
La policía ha levantado el cadáver y busca en vano pistas en el suelo. Sin embargo, nadie ha reparado en la nueva habitación de la casa de muñecas. La figura no me hace justicia, pero la mesa de caoba es igualita.


FERNANDO IWASAKI , Ajuar funerario, Páginas de espuma, Madrid, 2004, página 42-43.

miércoles, 20 de octubre de 2010

MADE IN PAKISTAN, Miguel D'Ors



MADE IN PAKISTAN


Manos pakistaníes
que en un insospechado rincón del tiempo, anónimas
y remotas, pasasteis sobre este mismo pliegue
en que ahora están las mías; que por unos momentos
dejasteis vuestra áspera tibieza
sobre este colorido que ahora mismo,
aquí en mi casa de Granada, España,
acaba de salir de su paquete,
como el pollo del huevo,
hacia la luz de un mundo con que muchos
sueñan en Pakistán
y luego os alejasteis para siempre,
al fondo de una oscura cadena de trabajo.
¿A quién pertenecíais, manos menesterosas?,
¿qué vida estaba tras vosotras, qué
ilusiones, qué rostros,
qué penas y qué nombres?, ¿qué puñado
de monedas ilusas
contasteis un minuto después de haber cerrado
este envoltorio? ¿Erais las manos de
una mujer de tez verdimorena
y cabello tirante,
llegadas de la frente sudorosa de un hijo
enfermo entre un oscuro
revoltijo de trapos, o de una
pobre escudilla, o de las ubres secas
de una cabra encerrada entre cartones?
¿O las manos de un niño –al que le estaban grandes
la camisa y los ojos–, que llegaban
ateridas después de atravesar la noche
desde un barrio harapiento, soñando con un día
del futuro, quién sabe, detener
penaltis en alguna
liga de fútbol europeo? Manos
que ahora mismo las mías adivinan y sienten
ligadas a una vida
desconocida pero que misteriosamente
es la mía también, y estrechan, en un gesto
de secreta unidad,
por encima del tiempo y la distancia.

Canción, por donde vayas
proclama que entre todas mis horas hubo una
en que en una camisa comprada en las rebajas
vi que todas las vidas son una misma Vida.



MIGUEL D'ORS, Sociedad limitada, Renacimiento, Sevilla, 2010, pp. 20-21.